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Tubos conducción
El tubo de oxígeno es el conducto esencial que transporta el oxígeno desde la fuente —ya sea una bombona o un concentrador hasta tu mascarilla o cánula nasal. Un tubo de oxígeno medicinal de calidad asegura un flujo constante, sin fugas ni obstrucciones, para que recibas la dosis prescrita con total tranquilidad.
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Características esenciales de un buen tubo de oxígeno
- Longitud adecuada: elige entre 2 y 10 m según el espacio en el que te muevas; así podrás desplazarte sin arrastrar la fuente ni crear tensión en la manguera.
- Material biocompatible: PVC médico libre de ftalatos y sin componentes tóxicos, para evitar reacciones en la piel y garantizar la pureza del oxígeno.
- Marcas de medición: cintas o líneas impresas cada metro permiten controlar la longitud usada y prevenir enredos o nudos que obstaculicen el flujo.
- Conectores universales: racores cónicos de 22 mm compatibles con la mayoría de mascarillas, cánulas y dispositivos de oxigenoterapia.
Cómo instalar y mantener tu tubo de oxígeno
- Instalación correcta: inserta firmemente ambos extremos del tubo—uno en la salida del concentrador o regulador, el otro en la mascarilla o cánula—hasta notar el “clic” que confirma el ajuste.
- Prevención de obstrucciones: despliega la manguera en curvas suaves en forma de “S”, evitando torsiones o nudos que puedan reducir el flujo.
- Limpieza semanal: limpia la superficie externa con un paño húmedo y jabón neutro para eliminar polvo y gérmenes; seca al aire, sin exponer a calor directo.
- Reemplazo periódico: cambia el tubo cada 3–6 meses (o antes si presenta rigidez, microgrietas o amarilleo), asegurando flexibilidad y evitando fugas.