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Crema hidratante
Las cremas hidratantes son la base de cualquier rutina de belleza y salud dérmica. Su función principal es reponer el agua de la epidermis, reforzar la barrera cutánea y mantener la flexibilidad de la piel. Con la crema hidratante adecuada, evitas la sequedad, previenes la aparición de arrugas finas y potencias un aspecto saludable y luminoso.
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Beneficios clave de usar una crema hidratante a diario
- Restauración de la barrera cutánea, evitando irritaciones y descamación.
- Efecto anti-edad, al reducir la apariencia de líneas finas.
- Confort inmediato, calmando sensaciones de tirantez tras la limpieza facial.
- Mejor absorción de activos cosméticos posteriores, potenciando sérums y protectores solares.
Cómo elegir tus cremas hidratantes según el tipo de piel
- Piel seca: opta por texturas ricas en mantecas y aceites (karité, jojoba).
- Piel mixta o grasa: las cremas hidratantes ligeras a base de agua o gel controlan el exceso de sebo.
- Piel sensible: busca fórmulas hipoalergénicas y sin perfume, que minimicen rojeces.
- Piel madura: elige productos con colágeno, péptidos y ácido hialurónico para mejorar la firmeza.
Texturas y formatos de cremas hidratantes para cada necesidad
- Lociones y leches corporales: fáciles de extender, perfectas para todo el cuerpo.
- Geles faciales: refrescantes, indicados en pieles mixtas o clima cálido.
- Cremas en pomada: de mayor densidad, ideales para zonas muy secas (codos, talones).
- Stick o bálsamos: formato portátil para labios y contornos.
Consejos prácticos de aplicación de la crema hidratante
- Aplica sobre piel limpia y ligeramente húmeda para sellar la hidratación.
- Masajea con movimientos ascendentes: favoreces la absorción y la circulación.
- No olvides cuello y escote, a menudo descuidados pero igual de sensibles.
- Combina con protector solar por la mañana para un cuidado completo.